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Contradecir la materia: Sobre la obra el Polín de Pilén de Fabiola Hernández

Dos son los ejes que circundan la obra El Polín de Pilén que nos presenta Fabiola Hernández. Al conjugar diversas técnicas y materiales, la artista alterna críticamente, por un lado, la historia que tenemos sobre la industria maderera y sus estragos que esta ocasionó, y al mismo tiempo, la condición de “obra única” y su reproducción, que tras un acople particular, permiten que estos dos enfoques se encuentren conciliados bajo el formato de la instalación.

Sobre este primer aspecto, Fabiola toma como referencia un folleto de la “Familia Pinares” que data de Enero de 1973, y que fue presentado por la Corporación chilena de la madera (CORMA). En aquél texto, se deja entrever la preocupación de quien encarna al “hijo pino” en esta historia, y que da cuenta de la progresiva incidencia del Estado en expropiar las plantaciones forestales que en aquél entonces (y todavía), pertenecen en su mayoría a privados. Dicho texto, es una defensa de los intereses de estos últimos para ostentar su lugar en el control de la economía maderera. Diversas razones se le impugnan al “hijo pino”, para dilucidar posiciones contra los “burócratas” del Estado que impiden que este negocio que “genera tanto empleo y divisas” para el país – según afirman los personajes del comic- pueda verse amenazado por el cambio del poder productivo hacia una política y economía estatal. El golpe de Estado, la implantación de una política neoliberal y la promulgación del decreto 701, la “Ley Forestal”, la cual bonificó a los privados con un 75% por fomentar esta industria, terminarían acallando las incertidumbres del “hijo pino”.

Este tipo de controversias plasmado en un documento gráfico, Fabiola Hernández las reinterpreta reproduciendo estos dibujos en una pizarra, maximizando dichas imágenes extraídas de aquél folleto, con la finalidad de ofrecernos una lectura sobre el impacto que sostiene esta industria desde la fecha del documento y, paralelamente, poner la incertidumbre por cómo y cuándo es que se gesta el desarrollo productivo del rubro maderero. A través de este documento, podemos conjeturar lo siguiente: la empresa, como tal, tiene su gestación desde mucho antes de la imposición de un modelo económico, y por supuesto, de un decreto. Así también, que el programa final de expropiación de la Unidad Popular – según la mirada del documento – jamás cuestionó, en su génesis, esta industria que a la fecha acarrea un desequilibrio ambiental, y por supuesto, sequía y miseria en donde se instala. Así, al ver aquel documento y los dibujos que Fabiola expone ante nosotros, podemos acercarnos críticamente sobre la finalidad de un programa y de una lucha, que lejos de mesurar su impacto, tiene por objeto la disputa del poder económico.

La segunda característica que permite poner esta obra en diálogo, es que al exhibir distintos moldes de las artesanas de Pilen, la artista produce así artefactos que se vinculan con los intersticios retóricos y discursivos de la serialidad con que asociamos el rubro forestal; es decir, poner en obra la “materia prima” de un objeto artístico y de una economía, pero además advertir,

en ese gesto, la pervivencia de una práctica intergeneracional plasmada en el trabajo de cada artesana. De este modo, se esboza una paradoja: en el mismo momento en que se utilizan materiales como resinas (pinacea, epoxicas, poliéster) imbuidas de su carácter infinitamente serializado y susceptible a la reproducción a gran escala industrial, simultáneamente, será aquella sustancia la que –en camino contrario y bajo un énfasis de rescate– aludirá a través de moldes, copias de “obras únicas”, en este caso, perteneciente a las losas de cada artesana. De esta forma, les devuelve bajo esa tensión, su importancia en tanto práctica que se hereda por saberes comunitarios y que evocan iconografías tanto españolas como indígenas desde hace décadas.

Justamente, el rubro maderero utiliza el proceso de lixividación de la sabia (líquido regular del crecimiento de un árbol), que es posteriormente intervenida, solidificada, y protegida del asedio “destructivo y natural” de insectos o bacterias, y queda convertida en material inerte para extender así su vida productiva. Fabiola, en cambio, reapropia elementos de esta materialización para resignificar lo contrario: disponer de la materia para evocar la unicidad de cada losa que es, en sí misma “única y a través de este proceso, formar moldes petrificados de estas piezas de alfarería que, en contradicción, se dirigen hacia la pizarra que enquista el carácter múltiple de la industria. De este modo, es una instalación que compone contradicciones y contrastes, entre la producción cultural y la producción económica.

Cristian Vargas Paillahueque

Licenciado en Teoría del Arte de la Universidad de Chile .

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Extract of conversation with the curator Camilo Yañez:

CY: Regarding your stay in Fiskars, how did that experience impact your work?

FH: Fiskars is a small town where many years ago some artists and artisans of the city moved and formed a cooperative. The resident artist takes a role in the community, you have your own house and you are a part of their way of life during the time you are there. They are very interested in knowing your work and there is one day when you have to make a presentation to the community. They have a showroom for exhibitions, a store where you can purchase the craft and design works and every year they publish books about their work. I think that the most admirable is their organization ability, their great interest in the trade, the value they give to noble materials and their high level of cultural management. It is a society that has been around. Artists aim at building sustainability, economic independence, which, to me, is very remarkable. It is worth mentioning that they do have free and equal education.

CY: One of your new projects is the work and research with traditional ceramics in Chile. Can you tell us more about what you are doing and what you are reflecting on this new series of works?

FH: Recently, I have been participating of a small community of potters and ceramicists in the Maule Region. After my residency in Fiskars I felt an obligation to work with the iconography of this region: the potters of Pilén are a group of women who still maintain the production of handcrafted ceramics as a trade, the soil they use is removed from their own locality, instead of using an oven they use embers and they only use their hands to create and make the pieces.

They also are seasonal, i.e. its production season is spring and summer, also they still have a native imaginary, but it is slowly being lost.

I have a little bit of a collector facet and recently I have acquired pieces of their production, because they are lost artists, who, even though they love what they do, tend to think that this is going to end. Likewise, the forest industry has been established in this location since decades ago, then one wonders who is the responsible for this reality.

As for me, I am in the process of reproduction of these pieces using pinaceous resin, which is quite fragile and dysfunctional. Also I will participate in a residence with some of these women in the coming production season. By chance or fate, I am bound to understand what the crisis of this community is.

CY: I find very interesting the way you see your work, on the one hand, you make pieces that are visually attractive, but beyond what one sees in the works, you have deep motivations in relation to what happens to the human being, the sense of belonging and existence. From this point, what you think is the role of art and what chances you have to cope with the indolence of our society today?

FH: The artist has to emit signals covering contexts which are not considered within this virtual funnel called Art. It is necessary to express this language to others from the satisfaction that it gives us to build an expressive system, a particular language that oscillates within this apparent atmosphere. The possibility is to create more spaces dedicated and focused on the awareness and creation.

Extracto de conversación con el curador y artista visual Camilo Yañez:

CY: En relación con la residencia en Fiskars, ¿cómo repercutió esa experiencia en tu trabajo?

FH: Fiskars es un pequeño poblado al que años atrás se fueron a vivir algunos artistasy artesanos de la ciudad y formaron una cooperativa. El artista residente toma un rol en la comunidad; tienes tu casa y formas parte de su sistema de vida durante el tiempo que te acogen allí. Ellos se muestran muy interesados en conocer tu trabajo y hay un día en el cual debes organizar una presentación abierta a la comunidad. Tienen una sala de exposición donde organizan muestras, una tienda donde puedes adquirir las obras de artesanía y diseño y publican anualmente libros que hablan de su trabajo. Creo que lo que más valoras es la capacidad de organización, su gran interés enel oficio, el valor que les dan a los materiales nobles y su alto nivel de gestión cultural. Es una sociedad que viene de vuelta. Los artistas buscan construir sustentabilidad, una independencia económica, cosa que, para mí, es muy valorable. No hay que olvidar que ellos sí tienen educación gratuita e igualitaria.

CY: Dentro de tus proyectos nuevos está el trabajo y la investigación con cerámicas populares tradicionales de Chile. ¿Nos puedes explicar más en lo que estás y sobre qué estás reflexionando en esta nueva serie de obras?

FH: Desde hace un tiempo me siento comprometida con una pequeña comunidad de loceras o ceramistas de la Región del Maule. Luego de mi residencia en Fiskars sentí la obligación de trabajar con la iconografía de esta región: las Loceras de Pilén son un grupo de mujeres que aún mantienen como oficio la producción de cerámicas artesanales; la tierra que sacan está en su misma localidad, en vez de un horno usan brasas y sólo emplean sus manos para crear y construir las piezas. Ellas también son estacionales, es decir, su época de producción es la primavera y el verano; además, aún mantienen un imaginario indígena, pero es notorio que este se va perdiendo poco a poco. Tengo una pequeña faceta de coleccionista y desde hace un tiempo he adquirido piezas de su producción, pues ellas son artistas perdidas, que si bien aman lo que hacen, tienden a pensar en que esto se va a acabar. De igual modo, en esta misma locación se instala hace unas décadas la industria forestal, entonces uno se pregunta quién es responsable de esa realidad.

Por mi parte, estoy en proceso de reproducción de estas piezas ocupando resina pinácea, que es bastante frágil y poco funcional. Además, participaré de una residencia con algunas de ellas en la época de producción que viene. Por azar o destino, me veo ligada a entender cuál es la crisis de esta comunidad.

CY: Me parece interesante esta forma que tienes de ver tu trabajo; por una parte, realizas piezas que son muy atractivas visualmente, pero más allá de lo que uno ve en las obras, tienesmotivaciones muy profundas en relación con lo que le pasa al ser humano, a su sentido de pertenencia y existencia. Partiendo desde este punto, ¿cuál crees que es el rol del arte y qué posibilidades tiene de sobrellevar la indolencia de nuestra sociedad actual?

FH: El artista debe emitir señales que abarquencontextos que no son considerados dentro de este embudo virtual llamado Arte. Es necesario hacer visible este lenguaje a los otros desde la satisfacción que nos otorga elconstruir un sistema expresivo, un lenguaje particular que oscila dentro de esta aparente atmósfera. La posibilidad es generar más espacios dedicados y centrados en la difusión y creación. Nuestra periferia es valiosa y en ella coexiste un espectro que resiste al concepto de entretenimiento. Es en la creación y la motivación por el conocimiento donde está la fortaleza que tiene el artista.

 

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